Domingo que termina lentamente, lunes en ciernes, septiembre inefable,
nueve meses de espera sumido en la agonía, pero la descrita por Unamuno;
dudo, pero a la vez lucho, vivo y a la vez muero, busco lo inevitable,
es el juego, el que te agota pero también te da respiro; el que solo juega uno.
Miro alrededor y veo caminos, mejor decir senderos, son trazos casi difusos,
en el respiro que da la lucha pareciera que los he andado todos o tal vez ninguno
pero no dice la canción: "caminante no hay camino"; ¡oh titubeos profusos!
¿Por qué no nos dieron alas o por lo menos un desenfado gatuno.
Domingo, inicio y fin; domingo pereza y diligencia; domingo finito, domingo interminable.
Domingo como los caminos, los que creo haber andando sin la bendición de juno;
quiero fenecer en tu ahora o mejor volver a ese domingo veintinueve memorable.
morir o nacer; tal vez renacer; mejor renacer, renacer en el momento inoportuno.
La agonía sigue, no importa el día, no importa el futuro, no importa los aplausos;
hay que apretar el paso, mirada atenta caminar los caminos, sin poner pretexto alguno,
la razón de ser de las cosas tardan en presentarse, pero no hay planes inconclusos.
solo toca hacer el sacrificio, dormir ante el oráculo y esperar el augurio del fauno.